La gratitud como herramienta de abundancia y prosperidad

Promover la gratitud como una práctica que nos permite desde cualquier ángulo crear una experiencia expansiva para nuestra vida, es tal vez algo que muchas personas hacemos, pero en la mayoría de los casos todos los argumentos presentados no van más allá de una práctica de positivismo o espiritualidad.
Sin desmeritar lo anterior, me gustaría compartir contigo algunos datos interesantes que pueden mostrarte una perspectiva distinta sobre los beneficios de esta práctica.
Veámosla en primera instancia desde lo que pasa en nuestro cerebro. Cuando elegimos generar sentimientos de gratitud en nuestros pensamientos, activamos inmediatamente al sistema de recompensa del cerebro que está en un lugar llamado núcleo accubens. Aquí es donde se producen las sensaciones de bienestar y placer en nuestro cuerpo porque se da liberación de dopamina; un importante neurotransmisor que aumenta la sensación de placer.
La gratitud se construye por nuestro pensamiento, eso la convierte en una acción que podemos elegir de manera consciente.
Por la vía neural, sentir gratitud estimula las vías cerebrales para la liberación de oxitocina que a su vez estimula el afecto, trae tranquilidad, reduce la ansiedad, el miedo y la fobia.
Ejercitar el sentimiento de gratitud, disuelve el miedo, la angustia, los sentimientos de rabia y contribuye a disminuir los estados mentales tóxicos. Es muy importante que sepas que nuestro cerebro no es capaz de sentir al mismo tiempo bienestar y malestar, por lo que elegir experimentar gratitud automáticamente te desconecta de la angustia, la ansiedad, vergüenza o pena.
Pero si son tantos los beneficios de sentir gratitud, ¿por qué no es tan popular esta práctica?
Si te detienes a observar tu entorno hay muchísimas cosas, situaciones, experiencias o personas por las cuales sentir gratitud, sin embargo las pasamos por alto y muchas veces en su lugar, elegimos enfocar nuestra atención en las cosas negativas o en las que nos hacen falta.
Hace poco me enteré de que la mente humana tiene un sesgo de negatividad natural, conocido como el efecto negativista, que hace que demos mayor importancia o atención a las cosas, situaciones, personas, lugares o experiencias etiquetadas como negativas desde la sensación de miedo, angustia o escasez.
La diferencia entre algo etiquetado como negativo y algo positivo es el punto de vista a través del cual lo observamos. ¿Cuántas veces has experimentado situaciones que en el momentos en el que atravesabas por ello, sentías que era lo peor del mundo y que después cambiaste de opinión diciendo que fue lo mejor que pudo pasarte?
Aunque en un primer momento no sea tan fácil para nosotros identificar el aprendizaje en cada experiencia, lo cierto es que cada cosa que vivimos tiene un propósito y enseñanza. Entonces ¿por qué no agradecerlo aunque no tengamos claro el objetivo de esa vivencia? ¿Alguna vez te has puesto a pensar en qué pasaría si en lugar de quejarte agradecieras? El efecto podría ser transformador y liberador.
La gratitud es una habilidad que se puede entrenar. Puedes crear el hábito de agradecerlo todo. Cuando digo “todo” me refiero a las cosas que te gustan y las que no; a lo que te hace sonreír y lo que no; tal vez si agradeces por adelantado puedas encontrar más fácilmente el regalo que a primera vista no has podido ver.
No prentendo dulcificar o maquillar una experiencia triste, vergonzosa o dolorosa, sino de abrirme a una forma distinta de vivirla desde la certeza de que aunque ahora no pueda comprender el beneficio porque está oculto, seguro lo hay y en su momento me será revelado.
Al elegir sentir gratitud lo que hacemos es quitar el enfoque a la etiqueta de negativo y abrirnos a la posibilidad de encontrar un significado distinto a lo sucedido y en consecuencia liberarnos del dolor.
No me creas, pruébalo y a ver qué pasa.